¿Podemos regenerar suelos sin comprometer el rendimiento?

Lo que dicen los datos
24
Jul

¿Podemos regenerar suelos sin comprometer el rendimiento? Lo que dicen los datos

En los últimos años, la «agricultura regenerativa» se ha convertido en un concepto destacado en el sector agrícola. Promete una mejor función del suelo, menor dependencia de insumos y una mayor resiliencia del sistema a largo plazo.

Sin embargo, una pregunta central sigue dividiendo a agrónomos y agricultores por igual: ¿Pueden las prácticas regenerativas mejorar la salud del suelo sin comprometer el potencial de rendimiento? 

No se trata de una pregunta teórica. Con el respaldo institucional de gobiernos, ONG y actores del sector privado, los modelos regenerativos están pasando de ser un concepto a convertirse en una expectativa. Pero ¿son estas expectativas realistas desde el punto de vista del rendimiento y la rentabilidad?

 

Definición de regeneración del suelo

La regeneración del suelo se refiere al proceso de restaurar o mejorar la capacidad biológica, química y física del suelo. Es distinta de la conservación, ya que implica una reconstrucción activa en lugar de una simple protección. Los objetivos típicos de los enfoques regenerativos incluyen:

  • Aumentar el carbono orgánico del suelo
  • Mejorar la estabilidad de los agregados y la infiltración
  • Incrementar la biomasa y diversidad microbiana
  • Optimizar la eficiencia del ciclo de nutrientes

Estos son resultados a largo plazo, y su impacto agronómico puede no coincidir con los ciclos de cultivo a corto plazo.

 

Rendimiento y salud del suelo

Muchas prácticas regenerativas implican ajustar o reducir los insumos y prácticas convencionales:

  • Reducir la aplicación de nitrógeno sintético
  • Adoptar sistemas de labranza reducida o cero labranza
  • Incorporar cultivos de cobertura diversos
  • Reducir el uso de productos químicos para la protección de cultivos

Cada práctica conlleva implicaciones para el rendimiento, especialmente durante los períodos de transición. La liberación biológica de nutrientes suele ser asincrónica con la demanda del cultivo, especialmente en primavera o en sistemas de ciclo corto. Además, la actividad microbiana depende de la temperatura y puede no satisfacer la demanda de nitrógeno en etapas fenológicas clave.

El desafío agronómico, por tanto, no es teórico: el calendario regenerativo y los procesos biológicos deben alinearse con las necesidades fisiológicas del cultivo, lo cual no está garantizado.

 

Hallazgos clave de ensayos a largo plazo muestran resultados dependientes del contexto:

  • Rodale Institute (Pensilvania, EE.UU.): Los sistemas orgánicos, tras una transición de 3 a 5 años, lograron rendimientos de maíz y soja comparables a los sistemas convencionales. En años de sequía, los sistemas regenerativos superaron a los convencionales gracias a una mejor retención de agua. En su ensayo de 40 años, los rendimientos de maíz alcanzaron e incluso superaron ocasionalmente a los convencionales después de aproximadamente 5 a 7 años.
  • Universidad de Illinois: En sistemas con cultivos de cobertura y labranza reducida, los rendimientos de maíz se redujeron ligeramente, mientras que los de soja se mantuvieron estables. La estructura del suelo y la materia orgánica mejoraron después de algunos años.
  • Reganold & Wachter (metaanálisis de 2016): Los sistemas regenerativos promediaron un 8–19% menos de rendimiento. Sin embargo, rotaciones y estrategias de nutrientes optimizadas mitigaron gran parte de esta brecha. A partir del quinto o sexto año, los rendimientos igualaron a los sistemas convencionales.
  • CIMMYT e ICARDA (África/Asia): Los sistemas regenerativos lograron mayor estabilidad de rendimiento entre temporadas, con rendimientos máximos ligeramente inferiores.
  • Estación Biológica Kellogg de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU.): Después de 30 años comparando labranza convencional y siembra directa, se encontró que el maíz en siembra directa continua alcanzó rendimientos similares a los sistemas labrados tras 6–10 años, con mejores indicadores de salud del suelo y mayor estabilidad frente a sequías.

Las penalizaciones de rendimiento, cuando ocurren, suelen ser transitorias. Con planificación y adaptación adecuadas, los sistemas regenerativos tienden a igualar o superar los rendimientos convencionales en un plazo de tres a siete años.

 

Factores que explican la variabilidad en los resultados

El tipo de suelo, el clima, el sistema de cultivo y el historial de manejo influyen en el desempeño de las prácticas regenerativas. Por ejemplo:

  • En suelos degradados o de baja fertilidad, es más probable lograr aumentos de rendimiento.
  • Los sistemas de alto rendimiento pueden experimentar una caída temporal al adoptar enfoques de bajos insumos.
  • En zonas áridas o semiáridas, las prácticas que mejoran la retención de agua (como cultivos de cobertura o mulch) suelen mejorar los rendimientos.

Por lo tanto, la regeneración no es un protocolo estandarizado. Es un sistema específico por sitio que requiere lógica agronómica adaptada.

 

Manejo de nutrientes: integración biológica y sintética

Un reto clave en los sistemas regenerativos es mantener un suministro constante de nutrientes. Aunque se recurre al ciclo biológico —como la liberación de nutrientes por cultivos de cobertura, compost o mineralización microbiana— esto introduce cierta incertidumbre:

  • La mineralización de nitrógeno depende de la temperatura y la humedad.
  • El fósforo puede estar presente pero no disponible, debido a fijación o estratificación.

Eliminar completamente los fertilizantes sintéticos suele provocar deficiencias, visibles o no. Incluso sin síntomas, el potencial de rendimiento puede verse afectado.

Sistemas basados en datos que integran el estado del cultivo, las condiciones del suelo y la variabilidad del terreno pueden optimizar decisiones agronómicas, garantizando el rendimiento sin comprometer la salud del suelo. Por eso, en agricultura regenerativa, las tecnologías de precisión deben verse como herramientas habilitadoras.

 

Control de malezas y uso de herbicidas en sistemas regenerativos

Un aspecto menos discutido de la transición regenerativa es el posible aumento en el uso de herbicidas. Al reducir la labranza, suele incrementarse la presión de malezas, al menos en las primeras etapas. Aunque la supresión a largo plazo mediante cultivos de cobertura y rotación es posible, muchos agricultores dependen más de los herbicidas en los primeros años. Además, la terminación química de cultivos de cobertura puede aumentar el uso total de herbicidas, sobre todo en sistemas a gran escala.

Sin una estrategia de manejo integrado de malezas, los objetivos agronómicos y ambientales de la regeneración pueden verse comprometidos.

 

Por qué disminuyen los rendimientos durante la transición regenerativa

En muchos casos documentados, las reducciones de rendimiento no se deben a los principios regenerativos, sino a cambios en los sistemas físicos y biológicos. La mineralización microbiana, la mejora de la estructura del suelo y el desarrollo radicular toman tiempo. Estas caídas tempranas reflejan un sistema en ajuste, no un fracaso agronómico.

Dicho eso, una mala planificación agronómica puede agravar el problema:

  • Adopción de siembra directa sin resolver la compactación subsuperficial
  • Implementación de cultivos de cobertura sin ajustar las sembradoras
  • Reducción de fertilizantes sin evaluar la mineralización biológica

Debemos identificar qué está provocando realmente el cambio en el rendimiento: ¿es el ajuste biológico del sistema o errores en la gestión agronómica?

 

Separar rendimiento de rentabilidad: un enfoque estratégico para productores

Es fundamental distinguir entre el retorno agronómico (respuesta en rendimiento) y el retorno económico (margen de ganancia). En algunos sistemas, rendimientos más bajos con menores costos de insumos o acceso a primas pueden traducirse en mayor rentabilidad.

Sin embargo, la controversia está en el mensaje: la agricultura regenerativa suele promocionarse como neutral o positiva en rendimiento. Esta expectativa, cuando no se cumple, erosiona la confianza del productor. Se necesitan modelos económicos realistas como parte de cualquier plan de transición.

 

Qué se necesita para regenerar sin perder rendimiento

Sí, es posible mejorar la salud del suelo sin sacrificar rendimiento. Pero solo si se cumplen ciertas condiciones:

  • Aplicar prácticas regenerativas con base agronómica, no ideológica
  • Ajustar los fertilizantes sintéticos según necesidad, sin eliminarlos completamente
  • Introducir los cambios de forma gradual, permitiendo la adaptación del sistema
  • Monitorear con datos reales, no suposiciones, y anticiparse a factores limitantes

 

Posicionar la salud del suelo como activo agronómico estratégico

El riesgo principal de la agricultura regenerativa hoy no es su fracaso, sino su simplificación. La regeneración no debe verse como alternativa a la agronomía, sino como su extensión.

El problema aparece cuando se adoptan prácticas regenerativas por moda o ideología, sin comprender los procesos físicos y biológicos detrás. Entonces, la transición deja de ser agronómica y se convierte en una ideología con otro nombre, sin funcionalidad productiva.

Un enfoque basado en datos y conocimiento agronómico es el camino viable. Plataformas como yieldsApp, por ejemplo, están diseñadas para hacer justamente eso: ayudar a los productores a alinear sus metas regenerativas con resultados confiables a nivel de campo.

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